En un pequeño pueblo de labriegos y artesanos de Mallorca llamado Sencellas, vivían Juan Cirer y Juana Carbonell, una pareja joven muy unida y cristiana. Había pocos terratenientes, abundaban los pequeños propietarios como Juan y muchos jornaleros. Había gente muy pobre. Por las fiestas se divertían bailando en la plaza, tocando la «ximbomba» y cantando.
La vida de la Beata narrada por Maria Pizá e ilustrada con acuarelas realizadas por Magdalena Nicolau. La colección completa de acuarelas se encuentra en la Casa Museo de la Beata en Sencelles.